Nocturno de Chile me lo terminé de leer una noche de viernes arriba de un bus camino a Valparaíso. Al comienzo la temática de "Nocturno de Chile" me sonó un poco aburrida con los recuerdos de un anciano del Opus Dei hablando de la movida lIteraria de los 70. Pero al tratarse de Bolaño sabía que algo especial se venía más adelante. Sin embargo, luego de derribar esta primera barrera me encontré con otra aún más compleja.
Nocturno de Chile de pronto se convierte en un párrafo único delimitado solo por comas, como si a Roberto se le hubiese echado a perder la tecla del punto durante páginas y páginas. Te empiezas a empantanar, pierdes el hilo, tratas de agarrarlo, pero se vuelve a soltar y no sabes dónde empieza o termina una idea. Pero claro, he ahí la gracia de Nocturno de Chile de Bolaño: un libro que te desafía, que te obliga a esforzarte como la mayoría de los suyos.
El premio sin embargo viene luego de estas dos experiencia iniciales. Si superas estas dos barreras, logras encontrarte con una historia fascinante, oscura, que comienza a sentirse como cuando, luego de subir una cuesta muy empinada en bicicleta, obtienes el premio de bajar la misma cuesta sin necesidad de pedalear. Finalmente llegué a Valparaíso y ya lo había terminado.
Nota: 5 de 5